ESTAMBUL: De cuando me enamoré de una ciudad que no era la mía.

OTROS ARTÍCULOS RELACIONADOS
Estambul: La guía de paseos más completa
Un recuento de los monumentos y lugares más importantes de Estambul
Datos útiles de Estambul

Si me preguntaban hace un par de años si imaginaba mi vida tan cambiante y con un lugar de residencia diferente cada cierto tiempo, les diría que más o menos. Desde el inicio de mi relación con Lucien, mi esposo, había asumido que así sería. La verdad, la idea de vivir fuera de mi país me parecía muy interesante y tener la oportunidad de vivir en varios lugares se me hacía más que emocionante.

Lo que nunca imaginé fue que la primera ciudad a la que llegaría como migrante sería Estambul. Les soy bien sincera, poco o nada sabía yo de esta enorme metrópolis, más allá de que albergaba una hermosa mezquita, que fue primero una basílica cristiana, y que en ella se habían asentado grandes imperio como el Romano, Bizantino y Otomano. Yo no era muy buena en historia universal así que ya imaginarán mi ignorancia, ni siquiera había visto una novela turca XD .

Santa Sofia desde adentro – Diciembre 2020

Cuando Lucien me habló de la oportunidad de irnos a vivir a Turquía recuerdo que mi primera reacción fue pensar en Capadocia, lugar que ya comenzaba a formar parte de mis sueños viajeros, desde que Instagram no paraba de mostrarme bellas fotos de globos aerostáticos y extrañas formaciones rocosas. Mi segunda reacción, fue ir a buscar en el amigo google sobre este país y cómo era vivir allí. Lo que encontré me llamó mucho la atención: infinidad de artículos sobre si era o no seguro viajar allá para las mujeres, notas sobre choques culturales, machismo, religión, belleza, y hasta cirugías de trasplante de cabello.

Recuerdo tener varias conversaciones con Lu sobre si era buena idea, él estaba preocupado de que yo me sentirá bien con la decisión, ya que no solo estaba el imperioso hecho de dejar a mi familia, mis amigos, mi trabajo, y dejar de lado, por un tiempo, mi carrera profesional; sino que, además, tendría que hacerlo para ir a un país que, por lo que la gente nos decía, podría ser un poco hostil para mí como mujer. Pero la verdad, yo estaba toda llena de emoción, solo la idea de un cambio de vida ya me indicaba que sería una gran idea, sin contar con qué, la oportunidad se presentaba como un importante paso para Lu y yo tenía claridad de que este momento llegaría y estaba de acuerdo con hacerlo realidad.

Estambul desde la Torre Gálata – diciembre 2020

Afortunadamente, así como habían opiniones que me metía un poco de temor de la vida en esta ciudad, también encontré personas que me dieron tranquilidad y me dijeron que no necesariamente sería complicado una vez que me adaptara a lo diferente de su cultura y costumbres. ¿Adaptación?, ¡eso es lo mío!. Por suerte también, luego constataría que todos esos miedos no estaban más que en el ideario de quienes me lo decían y muchas veces también cargados de estereotipos típicos de cuando desconocemos algo o lo conocemos solamente desde un ángulo.

Mi amor por Estambul no fue a primera vista, pero sí prematuro. Llegamos y nos instalamos en un hotel en un distrito local llamado Sisli, bastante comercial, lleno de gente, de restaurantes, de autos. El hotel, aunque muy lindo, estaba al pie de una estación de metro y una calle muy muy transitada a diario, por lo que se sentía mucho el bullicio de una ciudad sobrepoblada, apurada y estresada. Yo creo ser una mujer de ciudad y amo vivir en el caos, pero por alguna razón esta zona de Estambul me superaba.

Choque de autos en la calle del hotel – Agosto 2019

Otro detalle interesante fue que el hotel, en el que permanecimos casi un mes, al parecer era muy popular entre los turistas y empresarios árabes, por lo que era típico cruzarse en el ascensor o el restaurante mujeres con burka, totalmente tapadas. Mi primer choque cultural fue estar sentada en el restaurante del hotel y ver a unas mujeres árabes, vestidas todas de negro, a las que solo se les veían los ojos, comer metiendo el tenedor por debajo de sus velos negros, el siguiente, fue entrar al baño de la Mezquita Azul y no encontrar inodoros jajajaja.

Como verán mi primer mes en Estambul fue un poco abrumador, pasaba casi todo el día sola en el hotel, de cara a esta gran ciudad y una cultura completamente diferente a la mía, un idioma desconocido que ni por asomo sonaba como nada que haya escuchado antes, y la comida de restaurantes que, para mí en este punto, y por mi gastritis, era demasiado fuerte. Todo eso me tenían un poco atarantada. El bonus track se lo llevó la música del asesor de ese hotel, cada día la misma canción, pasé de pensar “que linda música”, a odiarla por completo. Tiempo después la volvería a oír en un paseo en bote, en otro ritmo y me reconciliaría con ella, ahora es como el himno de mis primeros días en la gran Estambul. Se llama “I follow rivers”, ¡hasta el nombre me sé!!

El Bósforo desde Bebek. – Septiembre 2019

Por fortuna, esta primera impresión no fue el reflejo de mi vida en esta ciudad. El día que me enamoré de Estambul lo tengo fresco en mi memoria. Lu y yo habíamos ido a visitar un departamento para arrendar, salimos del edificio en el barrio de Etiler y pensamos, «estamos cerca del Bósforo» – el estrecho que separa Estambul en dos, una parte en Europa y la otra en Asia – El Google Maps nos indicaba 20 min caminando, así que nos pusimos en marcha. Etiler es un barrio residencial, muy tranquilo, hasta ese momento era el lugar donde yo me veía viviendo: calmado, con lugares para tomar y comer algo y ¡cerca al Bósforo a pie!. Durante nuestro paseo nos encontramos con la Estambul que yo ahora recuerdo y amo, pequeñas callecitas, cafecitos con terrazas, casas antiguas bien conservadas y otras muy deterioradas, un estilo antiguo, europeo, colinas empinadas, vistas al mar y gatitos, ¡muchos gatitos!.

Era un día hermoso de verano, septiembre estaba iniciando pero parecía que el verano no tenía intenciones de irse, llegamos al parque de Bebek, nos compramos un par de cervezas porque el calor era infernal (aun preguntándonos si sería legal beber licor en la calle) y nos sentamos en una banqueta frente al Bósforo. Sentada allí, mirando el mar, Lu a mi costado, los barcos anclados, un puente que une dos continentes, las gaviotas, las mezquitas y ese ambiente tan mágico y distinto con una enorme carga histórica, supe que esa ciudad me acababa de robar el corazón. No recuerdo quién lo dijo, si Lu o yo, pero sin duda es algo que ambos sentimos ese día “que hermoso es todo esto, amor creo que me voy a acostumbrar fácilmente a esta ciudad”.

Callecita pintoresca en Estambul – Octubre 2019

Así inicio mi luna de miel con Estambul, poco día después nos tuvimos que cambiar de manera intempestiva del hotel en el que estábamos a otro mejor ubicado y luego encontraríamos nuestro departamento soñado en el que sería nuestro distrito preferido de Estambul, Besiktas. Si el barrio de Etiler me parecía ideal para nuestra vida en Estambul; Yildiz, mi barrio por más de un año en la ciudad de las 7 colinas, era la gloria.

Nuestro departamento estaba a solo 5 minutos a pie del Bósforo, con una pequeña pero linda vista del mar, el puente Bósforo y la mezquita Çamlıca (la mezquita más grande de Asia Menor, construida en 2016 sobre una colina con la intención de que fuera divisada desde todas partes de la ciudad).  La zona era muy tranquila y acogedora, pero bastaba caminar unos minutos, cruzar la avenida Barbaros y llegar al centro del movimiento: la plaza Besiktas, con sus restaurantes, bares, mercados, supermercados, tiendas comerciales, sus días de futbol con hinchas cantando a viva voz sus arengas de aliento a su equipo y mucho más.

Amanecer desde mi ventana en Yildiz – Noviembre 2020

Creo que no pudimos encontrar mejor lugar para vivir. Cuando me la quería dar de turista (que era muy seguido) cogía mi cámara, mis zapatillas, y el google maps y me dirigía hacia todos los lugares que iba marcando en mi mapa. Me daba licencia de perderme en la inmensidad de la ciudad, entre las callecitas, una más hermosa que la otra, mi celular se llenaba de fotos muy rápido, caminar horas y horas perdiéndome en la gran ciudad, marcando diferentes rutas, dejaba los lugares más turísticos para disfrutarlas el fin de semana junto a Lucien, e iba descubriendo rincones nuevos fuera de las guías turísticas, que luego recorría por segunda vez con él.

Poco a poco fui descubriendo todo eso que no aprendí en mis clases de historia universal en la escuela. Y es que viajar es, para mí, la mejor manera de conocer la historia, y Estambul es la historia viva, es un museo al aire libre. Mientras caminaba por Sultanhmet, el barrio más turistico de la ciudad, descubría que lo hacía sobre la capital del antiguo Imperio Romano de Oriente, que Estambul, antes se había llamado Bizancio, la nueva Roma y Constantinopla.

Mezquita Santa Sofia – Estambul. Foto Junio 2020.

Comprendí por qué, desde hace miles de años, este fue un territorio disputado y dominado por muchos, viendo caer grandes imperios y levantarse otros entre ellos el Imperio Romano, el Bizantino (bajo la religión cristiano ortodoxa) y el Imperio Otomano (islámico), el mismo que luego de 470 años de poderío, cayó para dar nacimiento a la República Turca como hoy la conocemos, y cuyo fundador y padre, Mustafa Kemal Atatürk (un personaje muy famoso) se convirtió en su primer presidente, modernizó Turquía, estableció un Estado laico, cambio el alfabeto de árabe al latino, alentó la emancipación de las mujeres, dándoles el derecho al voto (mucho antes que mujeres de otras partes de Europa como Francia, Italia, Bélgica o Suiza) y a ser elegidas al parlamento, entre otra serie de acciones que lo han hecho muy popular: idolatrado por muchos, amado y no tan amado por otros.

Antes del inicio de la pandemia pasé mis días disfrutando de esta bellísima ciudad, los primeros 3 meses durante la pandemia nos tuvimos que quedar en casa, pero en cuanto fue posible volví al ruedo, lo bueno es que Estambul tiene muchos lugares al aire libre para visitar y cualquier lugar al que vayas es un espectáculo. Ya a esta alturas, tenía mis lugares y rutinas favoritas: caminar al pie del Bósforo, ir a mirar la mezquita de Ortaköy, escapar del bullicio en la Mezquita de Suleiman, cruzar en ferry a Üsküdar (un barrio asiático a 9 minutos en ferri desde casa), y  allí  mirar el atardecer, tomar te en el gran bazar, pasear por Taksim, caminar en la avenida İstikla, y andar alrededor de la Torre Gálata.  Dicen que esta ciudad y Praga son las ciudades más hermosas del mundo, no conozco aún Praga, pero doy fe que no hay ciudad más hermosa que mis ojos hayan visto, que ésta.

La mezquita Ortakoy de noche y el Puente Bósboro. – Seetiembre 2020

Si me preguntas cuales son las cosas que más amé en esta enorme ciudad les diría lo siguiente, sin ningún orden de importancia:

  • La seguridad.  La tranquilidad que sentía al camina sola en las calles de día o de noche.
  • Lo verde que es. Donde quiera que mires hay árboles, un gran parque y áreas verdes.
  • El Bósforo. Este mágico estrecho que une dos mares y que separa una ciudad en dos continentes.
  • Las mezquitas.  Donde quiera que mires hay una y le dan un encanto especial a la ciudad, el llamado a la oración es una de las cosas que mi oído extraña también.
  • La historia. Esa que se respira en cada lugar de la ciudad, Estambul es una ciudad de miles de años, su carga histórica y culturas es impresionante
  • La amabilidad. El pueblo turco es muy amable y al menos, desde mi experiencia, su nivel de tolerancia ante lo diferente es muy grande.
  • Su diversidad. Estambul europea y moderna es muy cosmopolita y occidental uno no se llega a sentir realmente fuera de lugar.
  • El otoño. ame el otoño en Estambul, ¡mi primer otoño en la vida!
  • El sistema de transporte público. Me disculparán, pero para una limeña que solo conocía el nefasto transporte público de su ciudad, pues es la maravilla.
  • El amor de los turcos por su bandera. Sí, ¡es impresionante!
Navegando por el Bósforo – Diciembre 2019

Y como en una relación siempre hay sus conflictos, porque sino sería aburrida, pues las cosas que más odie fueron:

  • Tomar un taxi. Que el taxista te quiera pasear por toda la ciudad antes de llevarte a tu destino para que el taxímetro marque más. Esta es la mayor maldad que te querrán hacer los taxistas, pero realmente es frustrante no poder comunicarte con ellos y decirle en buen cristiano “oiga no sea pendejo, vuelva a la ruta”.
  • La forma de manejar de los turcos. Hasta ahora no sé si es peor el peruano o el turco al volante.
  • La barrera del idioma. No ser capaz de hablar o entender turco, y no poder comunicarme bien. Tenía que aplicando traductor de Google todo el tiempo, cuando iba al supermercado, la bodega, una institución pública y hasta para comunicarme con el portero de mi edificio.
  • No poder comer una palta o un mango maduros. ¡Ese fue mi mayor dolor!

Sí ya sé, vivir en una ciudad que no es la nuestra y enamorarse de ella es muy sencillo, porque uno siempre está en modo descubrimiento. Vamos, no me malinterpreten, amo Lima, siempre será mi ciudad, viví en ella por casi 40 años, pero mi relación con Lima fue una relación caótica, de joven viví al norte de la ciudad y de adulta al sur, conocí lo lindo y lo no tan lindo de ella, pasé, como mujer, situaciones muy difíciles. Si continuamos con la analogía del amor, Lima es ese gran amor un poco tóxico, lleno de encuentros y desencuentros. Estambul, por el contrario, es ese nuevo amor que llega y sientes que es un lugar seguro para ti, que te brinda emociones nuevas, que te deslumbra por lo diferente que es, y lo hermoso, y lo peor es que se acaba justo cuando estabas en lo más alto del disfrute, ese amor bisagra, que, aunque te ayuda a superar los traumas del pasado, no se quedará contigo para toda la vida.

Estambul en Otono – Parque Yildiz – Noviembre 2020

Han pasado 6 meses desde que dejé esta ciudad y aún no la supero, peor aún porque gracias a mi trabajo estoy en constante contacto con ella. No puedo olvidarla si no me alejo del todo, y para ser 100% sincera aún no estoy preparada hacerlo.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: