Inmediatamente después de nuestro regreso de Camboya, Lu y yo nos dirigimos un poco al norte de Bangkok, era momento de perdernos en el centro del país y hacer un viaje en el tiempo. Nuestra primera parada sería Ayutthaya. Muy temprano en la mañana nos fuimos a la estación de metro más cercana a nuestro hotel en Bangkok y por, 60 baht cada uno, llegamos a la terminal de trenes.
Aquí me voy a detener un poco para comentarles que constatamos que comprar los boletos de bus o tren con antelación en plataformas como 12go.asia no siempre resulta muy conveniente, al final los pasajes cuestan más caros que ir directamente a comprar los boletos a las terminales o con la agencia local. En el caso de Bangkok a Ayutthaya no teníamos comprado ningún pasaje, buscamos la ventanilla indicada en la estación y pagamos 690 baht por dos boletos. En 12go hubiéramos pagado casi el doble.

Después de casi 2 horas de recorrido llegamos a Ayutthaya. Eran alrededor del mediodía así que fuimos por un rápido almuerzo y algo para refrescarnos. Para llegar al parque histórico caminamos desde la estación de trenes, cruzamos el Rio Chao Phraya en bote y unas 3 cuadras más de caminata encontramos la entrada principal. Una vez allí pagamos la entrada general (220 baht por persona) y combinamos con un tuk-tuk para que nos ayudara a buscar los principales templos. Nosotros llegamos a ver 5 de los 6 más importantes, solo nos faltó uno, el Wat Lokayasutharam, en donde se encuentra el gran buda reclinado de 37 metros.
Ayutthaya ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en 1991, es un Parque Histórico que alberga diversos monumentos antiguos y en su tiempo fue la segunda capital del reino de Siam. La ciudad, unas de las más grandes y cosmopolitas de la época, era de mucha importancia para el mundo ya que su ubicación estratégica (entre tres ríos que la conectaban con el mar) la configuraba como un centro diplomático y de comercio.

Ayutthaya ha quedado prácticamente en ruinas luego de los daños provocados por las tropas birmanas al saquear la ciudad durante la guerra entre Birmania en Siam y que puso fin al reinado en 1767. Aun así, Ayutthaya guarda un encanto indescriptible y al recorrer cada uno de sus templos, no podía evitar pensar en lo maravilloso que debió ser ese lugar cuando estaba todo en pie. Si no hubiera visto primero Angkor Wat, en Camboya, quizá hubiera quedado aún más maravillada. Entérate aquí qué ver en Ayutthaya en un día.

Igual de enorme y fascinante encontraríamos luego Sukhothai, la cuna de la civilización tailandesa, unas 6 horas más al norte desde Ayutthaya, a donde llegamos en bus por la madrugada (esta vez sí habíamos comprado los pasajes con antelación en go2.asia por 22 USD cada uno).
Llegamos a la terminal de buses de la ciudad de Sukhothai alrededor de las 6 de la mañana y aún estaba todo un poco oscuro, allí tomamos un tuk-tuk local que nos llevaría a nuestro hotel en la parte antigua (a 12 km). Por suerte, aunque aún no podíamos hacer check in en el hotel, pudimos tomar desayuno y cambiarnos de ropa, dejamos encargadas nuestras mochilas y nos fuimos en busca del gran parque histórico ansiosos de encontrar más templos antiguos.
Esta vez decidimos hacer el recorrido en dos ruedas, rentamos un par de bicicletas y mapa en mano pedaleamos en este recinto rectangular, lugar donde nació el arte, la arquitectura, el idioma y el alfabeto tailandés. Sukhothai significa “Amanecer de felicidad”, hermoso nombre para tan asombroso lugar, digno del primer reino independiente de Tailandia. Aquí también nació y se estableció el budismo como religión oficial tras años de dominación Khmer y el hinduismo.

El sol a fines de febrero en Tailandia es abrazador, pero alquilar las bicicletas fue la mejor decisión que tomamos. De haber optado por recorrer todo a pie (opción que barajamos al inicio) quizá no hubiéramos logrado ver mucho, ahogados por completo en el sudor. En cambio, en las bicicletas (pedaleando con el vientecito en contra de templo en templo) pudimos escoger qué ver, dónde parar y cuánto tiempo permanecer en cada parada. Sukhothai fue uno de los sitios en los que tuve ganas de botar unas lágrimas, había visto imágenes de este lugar durante dos meses cada día, verme allí, me hizo pensar que cuando uno sueña lo debe hacer en grande, porque nunca sabemos cuándo la vida nos puede hacer realidad esos sueños. Entérate aquí qué hacer en un día en Sukhothai.
